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Los glaciares están hablando… ¿los estamos escuchando?

Durante el 5º Summit Hídrico, especialistas alertaron sobre la pérdida de nieve y glaciares en Chile. El evento se realizó el jueves 20 de marzo en la ciudad de Chillán y fue transmitido en vivo, permitiendo que personas desde distintas regiones del país se conectaran a la conversación sobre la conservación de los glaciares y su importancia para la seguridad hídrica.

La nieve y los glaciares son mucho más que paisajes imponentes. Son sistemas naturales que almacenan agua durante el invierno para liberarla durante la primavera y el verano, justo cuando más la necesitamos para la agricultura, el consumo humano, la industria, incluyendo mantener los ecosistemas, pero estos reservorios naturales están desapareciendo rápidamente.


En el marco del Día Mundial del Agua, el 5º Summit Hídrico reunió a investigadores, autoridades y actores del mundo público y privado para hablar de un tema que a muchos todavía les parece lejano: la conservación de los glaciares y su impacto directo en nuestra vida cotidiana. La actividad fue organizada por el Consorcio Tecnológico del Agua, junto al Consorcio Quitai Anko y el Consorcio del Desierto, proyectos financiados por Corfo.


La jornada comenzó con una presentación a cargo del Dr. Sebastián Krogh, especialista en hidrología de montaña, quien explicó con claridad cómo funciona el ciclo de acumulación y derretimiento de nieve y hielo en Los Andes. Utilizando ejemplos de la cuenca del río Ñuble, mostró cómo la cordillera en el centro y sur del país almacenan gran parte del agua que usamos, gracias a la precipitación en forma de nieve y su lenta liberación como deshielo.


Krogh, uno de los conceptos clave que abordó fue el “peak water”: el punto en que un glaciar entrega su mayor caudal, producto de la fusión acelerada por el calentamiento global. “Después de ese punto, el glaciar empieza a entregar cada vez menos agua hasta desaparecer”, explicó. A modo de ejemplo, mostró que muchos glaciares de la zona centro-sur ya podrían haber alcanzado o estar cerca de ese umbral. También advirtió que  “Estamos viendo una disminución sostenida en la cobertura nival, y también una pérdida de masa de glaciares” .



La segunda presentación estuvo a cargo de la glacióloga Irina Rogozhina, investigadora del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), quien entregó una visión más global. Con entusiasmo y sencillez, Irina explicó que Chile alberga más del 76% de los glaciares de Sudamérica, y que estos cumplen una función crítica en la regulación del agua, especialmente en zonas áridas como Coquimbo y Atacama.


Desde su experiencia en otras regiones del mundo, Irina mostró cómo los glaciares existen en lugares con baja precipitación, siempre que la temperatura lo permita. En este contexto, destacó el valor de los glaciares rocosos, aquellos cubiertos de escombros y rocas que protegen el hielo del calor, lo que les permite sobrevivir en climas extremadamente secos.


Además, presentó un innovador proyecto que se está desarrollando en el norte de Chile: la creación de glaciares artificiales, inspirados en técnicas de los Himalayas. “La idea es almacenar agua en altura durante el invierno, formando conos de hielo (‘estupas de hielo’) que puedan liberar agua en verano”, explicó. Estos experimentos, aún en fase piloto, se están llevando a cabo en colaboración con comunidades locales y buscan dar soluciones concretas a zonas donde la escasez hídrica es una realidad permanente.



Tras las presentaciones, Sebastián Krogh moderó un panel de conversación con Marcelo Godoy (DGA Ñuble), Irina Rogozhina (CEAZA), David Farías (UdeC) y Salvador Salgado (Junta de Vigilancia del río Ñuble), representantes del sector público, privado y académico.


Uno de los temas que se abordó fue la limitada red de monitoreo de nieve y glaciares en Chile. Aunque la Dirección General de Aguas (DGA) ha avanzado con estaciones automáticas de medición, aún hay zonas sin cobertura. “No podemos proteger lo que no medimos”, se repitió varias veces en el panel. Krogh insistió en que la combinación de mediciones en terreno con datos satelitales y modelos matemáticos es fundamental para tomar decisiones informadas.


También se discutió la necesidad de mayor protección legal a los glaciares. Si bien el Código de Aguas impide la entrega de derechos sobre glaciares, aún se requiere avanzar en normas específicas que resguarden estos ecosistemas frente a impactos antrópicos.


Irina destacó la importancia de vincular la ciencia con la ciudadanía, y mencionó iniciativas de ciencia ciudadana en la región de Coquimbo donde vecinos colaboran en la toma de datos glaciológicos. “Es fundamental que las comunidades comprendan y se involucren. Sin ellas, no hay gestión efectiva del agua”, enfatizó.


El mensaje final fue claro: la pérdida de nieve y glaciares no es solo un problema ambiental, es un problema de seguridad hídrica, de salud, de alimentos y de energía. Es un problema que nos afecta a todos, y que requiere acción urgente.


Como bien resumió uno de los panelistas: “No se trata sólo de adaptarse al cambio climático, sino de anticiparse. Necesitamos políticas públicas que protejan el agua de la cordillera, más ciencia aplicada y tecnologías que nos ayuden a cuidar el futuro”.


Desde la creación de glaciares artificiales hasta el fortalecimiento de redes de monitoreo y participación comunitaria, las soluciones están en marcha. El desafío ahora es escuchar lo que nos dicen los glaciares antes de que sea demasiado tarde.


 
 
 

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